Entre el 3 y el 9 de abril, la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) desarrolló un taller de producción audiovisual en el territorio del pueblo Matsés, específicamente en el anexo de Puerto Alegre, en el ámbito de la reserva indígena Yavari Tapiche. Esta actividad tuvo como objetivo fortalecer las capacidades comunicacionales y expresivas de los jóvenes indígenas a través del cine comunitario, una herramienta clave para la preservación cultural, la defensa del territorio y la auto-representación.

El taller fue facilitado por el Colectivo Muyuna, integrado por artistas y cineastas indígenas y no indígenas con amplia experiencia en procesos formativos en contextos interculturales e indígenas de la Amazonía. Participaron más de 20 jóvenes Matsés, hombres y mujeres, quienes aprendieron técnicas básicas de grabación, guión, edición y sonido, al mismo tiempo que exploraron formas narrativas propias, desde sus vivencias y lenguas originarias.

Como resultado, se realizaron cuatro cortometrajes, cuyos contenidos fueron definidos colectivamente por los participantes, abordando temas como la transmisión de saberes ancestrales, la relación espiritual con la Amazonía, los desafíos del pueblo indígena y la importancia de mantener viva la lengua y la identidad cultural.

Además, ORPIO otorgó una beca a Néstor Meam Bai Besso, joven participante del taller, quien representará al pueblo Matsés en el Segundo Festival Muyuna de cine indígena y comunitario, a realizarse en Iquitos del 15 al 25 de mayo. Esta participación permitirá seguir fortaleciendo sus habilidades audiovisuales y compartir el proceso creativo vivido por su comunidad con otros pueblos y públicos.

El cine comunitario: una herramienta de autoafirmación:

El cine comunitario se basa en el principio de que los pueblos deben poder contar sus propias historias desde su visión del mundo, con sus propias voces, sus tiempos y en sus idiomas. No busca imponer una mirada externa, sino crear procesos colaborativos en los que la comunidad sea autora de sus propias representaciones.

Durante el taller, se promovió activamente la participación horizontal, donde los facilitadores actuaron como acompañantes más que como instructores. Este enfoque permitió que los participantes se apropiaran del proceso creativo, tomando decisiones sobre los contenidos, el enfoque y la forma de narrar sus historias.

Este tipo de cine no se centra únicamente en el producto final —la película—, sino en el proceso mismo de creación, que genera diálogo, memoria colectiva y reflexión crítica sobre el territorio, la cultura y los desafíos actuales. Al dar prioridad a las voces locales, se rompe con siglos de representación externa que muchas veces ha caricaturizado, silenciado o folclorizado a los pueblos indígenas. El cine comunitario afirma que la mirada indígena no es solo válida, sino necesaria para comprender la diversidad del mundo.

Un componente esencial del taller fue el uso de la lengua Matsés en los cortometrajes. Aunque las sesiones técnicas se dictaron mayoritariamente en castellano, esta contó con la participación de un intérprete Matsés por grupo. Además, se incentivó a los participantes a grabar sus relatos en su lengua originaria, reconociendo que cada idioma expresa una cosmovisión única del mundo.

Filmar en lengua indígena no solo preserva el idioma, sino que también refuerza el orgullo cultural y genera una conexión intergeneracional. El idioma es también pensamiento: permite expresar conceptos, emociones y experiencias que muchas veces no tienen equivalente exacto en otras lenguas. A través del cine, se preservan formas de hablar, cantar, narrar y sentir que podrían perderse con el tiempo.

El uso del idioma Matsés en los cortometrajes permitió abrir un espacio de reflexión sobre el valor de hablar la lengua propia en un contexto donde predomina el castellano como idioma oficial. Para muchos jóvenes, filmar en su lengua significó reencontrarse con su identidad y con los relatos que escucharon de sus abuelos. Además, permitió que las personas mayores de la comunidad —portadoras de historias, mitos y saberes— pudieran participar activamente en el proceso creativo, aportando desde su experiencia oral.

Este tipo de prácticas contribuyen a revitalizar las lenguas originarias en espacios contemporáneos, demostrando que no solo pertenecen al pasado o a la tradición oral, sino que tienen lugar también en los lenguajes del cine, la tecnología y el arte.